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Principios y fines

Principios y Fines


Nuestros principios son nuestros fines, ser lo que ya somos



El ser humano racional es utilitarista, su comportamiento se rige por criterios de utilidad. 


Actúa para conseguir unos fines determinados.


Este es un curso racional. 


Para ser feliz es necesario gestionar bien la mente, y esto solo se puede hacer de manera racional.


Razón, del latín ratio, es la acción de pensar. 


Se sobreentiende que se trata de pensar bien. 


Un comportamiento racional es el que procede de un buen pensar.


Nuestro comportamiento obedece a nuestro estado emocional, y este a su vez deriva de las ideas que albergamos en la mente, de nuestra forma de pensar.


La gente suele tener la sorprendente tendencia a pensar que sus emociones son huérfanas, que no provienen de ninguna causa determinada.


No es así.


Toda emoción es, en realidad, la resonancia emocional de una idea determinada.


La caja de resonancia emocional de toda idea es la copa del sufrimiento.


El conjunto de todas las cosas, conscientes e inconscientes, que el ego considera importantes, es el causante de las emociones.


No podemos controlar nuestras emociones ni nuestro comportamiento, porque ambos son procesos automáticos e inevitables.


Pero sí podemos, y debemos, controlar nuestra mente. 


Esa es nuestra única libertad; pero desde ahí lo controlamos todo.


Por eso este curso enfatiza la importancia de la vigilancia mental


Si no se vigila la mente, que siempre está activa, esta divaga y comienza a concebir pensamientos de origen oscuro, inconscientes.


Estos pensamientos suelen ser formulaciones complejas provenientes de extrañas asociaciones entre cosas conocidas, deseos y emociones antiguas, a menudo reprimidas.


Cuando esto ocurre durante el día lo llamamos ensoñaciones. 


Si sucede mientras dormimos, lo llamamos sueños.


En ambos casos, al tratarse de pensamientos sin gobierno, provocan comportamientos erráticos. 


Quien no controla su mente se comporta de manera descontrolada e impredecible, y difícilmente conseguirá en la vida nada que le satisfaga, porque no sabe lo que quiere.


Para conseguir cualquier fin es necesario:

  • Vigilancia mental
  • Disciplina 
  • Unidad de propósito

Los dos primeros conceptos son fáciles de entender. 


El tercero quizás no.


La palabra propósito viene del latín, propositum, compuesto del prefijo pro- (hacia adelante) y positum, participio de ponere (poner). 


Es decir, algo puesto ante la mente como proyecto, una meta.


No basta con tener metas, es necesario que estén unificadas, que no sean contradictorias, y que los medios empleados sean congruentes con los fines perseguidos.


La inmensa mayoría de la gente no es feliz, sin embargo lo desea, y no lo consigue porque:

  • No conocen la meta. No saben qué es la felicidad.
  • Al no saber cuál es la meta no saben cómo conseguirla.
  • No hacen nada por conocer con precisión la respuesta a estas dos cuestiones.

El estado mental mayoritario es confuso, irracional y contradictorio. 


Y, de nuevo, no hacen nada por cambiarlo.


El motivo de que esto sea así es porque no han entrenado su mente.


Nadie les ha enseñado.


Es sorprendente que el sistema educativo tradicional no considere importante enseñar cómo es y cómo funciona la herramienta con la que nos relacionamos con el mundo, con los demás y con nosotros mismos.


Esto es debido a que los educadores tampoco lo saben.


El resultado es que la gente tiene información, pero en realidad no sabe nada, y lo peor de todo: ni siquiera sabe que no sabe.


Y, por ello, no son felices, la vida no les resulta satisfactoria.


Para cambiar esta situación hay que proceder de manera racional y ordenada desde el principio.


Lo primero de todo son los principios, también llamados valores.


El ser humano es una entidad de propósito, y todas sus concepciones, ideas o pensamientos están dirigidos a un propósito específico de cara a la consecución de unos determinados fines.


Estos FINES, en realidad, son sus PRINCIPIOS.


El ser humano siempre persigue unos FINES determinados por sus PRINCIPIOS.


Estos principios, estos fines o valores que busca en el exterior con su comportamiento -motivado por sus emociones- están íntimamente relacionados con su identidad.


El ser humano busca conocer su identidad, que afirma desconocer.


Esto es algo bastante sorprendente. 


El ser humano no sabe, o dice no saber, quién o qué es.


Y lo busca fuera de sí mismo.


Si fuera honesto permanecería en la tensión de la búsqueda de manera permanente y consistente hasta averiguarlo, pero se cansa o se despreocupa, y acepta sin reparo cualquier respuesta barata que se le ofrece.


Entonces, sigue sin saber quién es realidad, pero ahora cree que sí lo sabe. 


Así que, no sabe, y no sabe que no sabe.


Esta es una situación terrible, porque comienza a vivir con una falsa identidad, y es evidentemente falsa porque no le hace feliz.


Además, es una situación muy estable, pues quien cree que sabe no intenta aprender, no intenta cambiar.


En lugar de intentarlo, los seres humanos emplean su tiempo en conseguir cosas que piensan que les faltan o que creen que necesitan. 


Se autodenominan Homo Sapiens, pero es obvio que no son sabios en absoluto.


Más bien se comportan como un Homo Carentis, el que carece de todo.


Y, como ni siquiera sabe que no sabe, además es Stultus, necio.


La inmensa mayoría de la humanidad se compone de Homo Carentis Stultus.


Las características del Homo Carentis Stultus son:


  • No sabe, y no sabe que no sabe
  • Está permanentemente buscando cosas 
  • Tiene opiniones sobre todo
  • Se esfuerza por todo
  • Vive en un mundo de cosas importantes que le hacen sufrir
  • Se considera a sí mismo muy importante
  • Teme a muchas cosas
  • Vive en el pasado o en el futuro
  • Alberga resentimientos y expectativas
  • Se ataca a sí mismo y a los demás
  • Su pensamiento es confuso, irracional y contradictorio
  • Tiene tendencia a destruir y autodestruirse
  • Es fuertemente posesivo
  • Es infeliz
  • Constituyen la inmensa mayoría de la humanidad


El sentido de la evolución es Homo Carentis Stultus → Homo Inscius → Homo Sapiens


A veces, en contadísimas ocasiones, y debido a misteriosas razones, un Homo Carentis Stultus toma conciencia de su condición, y se da cuenta con absoluta certeza de lo que es en realidad.


En ese mismo momento, deja de ser un Homo Carentis Stultus y se convierte, de repente, en un Homo Inscius, ignorante.


No es un proceso, es un cambio repentino que ocurre en muy raras ocasiones.


En realidad, no hay nada que el individuo pueda hacer para favorecerlo. 


Simplemente ocurre.


Este curso es una ayuda improbable para favorecer este salto evolutivo.


Las características del Homo Inscius son:


  • No sabe, pero sabe que no sabe
  • No busca nada
  • No juzga nada
  • Su comportamiento es fácil natural y ajustado al momento
  • No le da importancia a nada
  • No se considera importante
  • No teme a nada
  • Vive en el presente
  • Todo lo perdona y no espera nada de la vida
  • Enseña el arte de vivir, sin proponérselo 
  • Su pensamiento es claro, racional y consistente
  • Disfruta de la vida
  • Es generoso
  • Constituye una fracción minúscula de la humanidad


El Homo Inscius, o ignorante, hace suyo el dicho socrático: Yo solo sé que no sé nada.


A pesar de que este curso apunta al conocimiento de la identidad del ser, no es su propósito conseguir su realización.


Este curso simplemente procura presentar una serie de herramientas y estrategias de vida efectivas para ser feliz.


Nada más.


Y nada menos.


Sin embargo, también podemos anticipar las características del Homo Sapiens, que son:


  • Sabe quién es
  • Sana
  • Ama
  • Su comportamiento es perfecto
  • Conoce el sentido de la vida
  • Se considera divino
  • No conoce el miedo 
  • Vive en el presente eterno
  • Vive en la impecable inocencia
  • Enseña el camino de la evolución de manera consciente
  • Su pensamiento es iluminado
  • Disfruta de su propio ser, pues él es la vida
  • Se da por completo
  • Cada mucho tiempo aparece uno



La evolución de Homo Carentis Stultus a Homo Inscius es improbable.


La evolución de Homo Inscius a Homo Sapiens es natural y segura.


Esta descripción del estado de la humanidad se presenta en este curso con un propósito específico.


Es una descripción muy simple que permite entender con claridad cómo son los seres humanos y por qué se comportan como se comportan.


Los seres humanos se comportan como se comportan y viven como viven porque son Homo Carentis Stultus.


Ahora se entiende fácilmente por qué no son felices.


Si los seres humanos fueran sabios, su comportamiento sería otro.


Por eso, el calificativo de Homo Sapiens es absolutamente impropio.


Es una denominación muy arrogante propia de un necio, de un Stultus.


A la luz de este conocimiento es fácil prever el comportamiento de la humanidad.


La gente siempre se comporta de acuerdo con su naturaleza.


Eso es inevitable.


Este curso es racional y elabora postulados racionales partiendo siempre de elementos conocidos, pero al tratarse de los principios esto no es posible, 

porque no se dispone de elementos anteriores; por definición.


Por ello es necesario partir de una asunción –idea que admitimos– o presunción –afirmación que damos como cierta si no existen pruebas en su contra.


En torno a esta asunción vamos a construir un sistema de pensamiento que nos va a llevar a un modelo de comportamiento que sí podemos comprobar si consigue lo que deseamos, y que en nuestro caso es ser felices, porque este es un curso sobre la felicidad.


Esta idea, que no sabemos todavía si es cierta y si va a generar comportamientos ganadores.


No es nueva, figura en los principales caminos espirituales y filosofías de nuestra historia humana, y es:


Buscamos lo que somos


No es necesario en absoluto creer en esto. 


Se trata simplemente de una base fundamental que nos va a permitir elaborar una serie de propuestas que tendremos que poner en práctica para saber si eso es verdad.


Empezamos por lo más obvio.


Es evidente que buscamos el poder, el amor y la verdad.


Luego entonces, debemos ser Poder, Amor y Verdad.


De nuevo, no es necesario entender esto ni aceptarlo, simplemente es algo que admitimos de manera provisional para trabajar con ello.


En este contexto, al menos, ya sabemos por qué buscamos lo que buscamos. 


Lo buscamos porque lo somos.


Si esto es así, ¿por qué lo buscamos fuera, en el mundo, si ya lo tenemos, ya lo somos?


La respuesta es obvia y simple: porque no lo sabemos.


Resulta bastante increíble que una idea tan sencilla, antigua y conocida, no sea considerada ni usada por casi nadie. 


Muy pocos se molestan en intentar comprobar si es verdad.


Si esta idea es cierta, ahora ya sabemos por qué nada en este mundo nos hace felices; ahora sabemos que es porque el poder, el amor y la verdad no están ahí fuera; están en nuestro interior.


“El reino de Dios está en vuestro interior” 

Lucas 17, 21


A todas las cosas del mundo que pensamos que nos harán felices les vamos a llamar ÍDOLOS.


Los ídolos tienen forma –pues existen en el mundo aparente de las formas– y pensamos que también tienen contenido, que es lo que hace que los deseemos.


Deseamos el contenido de los ídolos, y esperamos que nos lo proporcionen.


Ahora, sin embargo, sabemos que no tienen contenido, pues el contenido que les atribuimos, en realidad, se encuentra en nosotros.


Los ídolos nos atraen y los deseamos por un malentendido.


Los ídolos son solo forma, no tienen contenido.


Por eso, es habitual que nos dejen de interesar cuando los poseemos, o que para que los sigamos deseando tengamos que seguir prestando nuestro propio contenido constantemente.


Nosotros les damos nuestro propio contenido a ellos, y eso es lo que les hace atractivos.



Eso se llama proyección, y es un mecanismo psicológico bien conocido.


Al ser los ídolos formas vacías, no son importantes.


En el capítulo anterior, “La Copa del Sufrimiento”, hemos aprendido que todo lo que consideramos importante nos hará sufrir.


También hemos aprendido por qué hay que perdonar a todos los ídolos, por qué hay que dejarlos pasar. 


Porque en realidad no son importantes, están vacíos de contenido. 


Toda la importancia que tienen para nosotros es prestada.


Nosotros sí somos importantes. 


Nosotros somos el contenido.


Pero aquí no nos estamos refiriendo al yo personal, que es lo que creíamos antes que éramos; al ego.


El ego es otro ídolo.


Nos referimos al Poder, al Amor y a la Verdad. 


Eso sí es importante, porque eso es lo que somos.


Ahora sí podemos definir una unidad de propósito que es lo que era nuestra intención al principio.


Ahora sabemos cuáles son y dónde están nuestros valores.


Como sabemos cuáles son nuestros principios, sabemos cuáles son nuestros fines.


Nosotros somos nuestros principios y nuestros fines.


Nuestro propósito está ahora unificado. 


Solo es uno, y no es ni ambiguo ni contradictorio.


Nuestro propósito único es SER lo que en verdad somos.


Realizar el Poder, Amor y Verdad que ya somos.


Es simple y asequible.


Se trata simplemente de ser nosotros mismos y no pretender ser algo diferente o intentar conseguir ninguna cosa, ningún ídolo.


Es un camino que acaba donde empieza.


Es un camino sin pérdida posible.


Es un camino que solo existe en el presente, el único tiempo real.


Es una misión que se puede cumplir siempre, en el presente.


No lleva ningún tiempo ni hace falta hacer nada.


Solo hay que tomar conciencia de que ya somos lo que buscamos.


Se trata de dejar de vivir como Homo Carentis, y apuntar hacia el Homo Sapiens, quien sabe quién es.


La felicidad no se busca, se encuentra.


No hay que conocer nada, sino reconocerse.


No es un hacer, sino un ser.


El único enemigo de la felicidad es la ignorancia.


Todo el valor que tiene el mundo se lo hemos prestado nosotros.


Si yo soy Poder, Amor y Verdad, mi hermano es lo mismo que yo.


Es igual que yo, puro contenido, sin forma.


Pero él no lo sabe, tal como yo no lo sabía.


Lo que yo vea en él es lo que veré en mí. 


Mi hermano es mi espejo.


Si le veo imperfecto, culpable y carente, eso es exactamente lo que pensaré de mí mismo.


Todo el contenido que le otorgue me lo estaré concediendo a mí mismo.


No es necesario creer en estas conclusiones, fruto de una elaboración racional basada en una asunción no probada. 


Pero sí conviene ponerlas en práctica para ver si son ciertas.


-o0o-


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