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Las virtudes

Las virtudes



La virtud es la disposición del individuo para alcanzar el bien, es decir, lo que le hace feliz.


La palabra virtud puede venir del latín vir, que significa hombre y el sufijo –tut, que indica cualidad. Virtud sería la cualidad del valor físico, tradicionalmente asociado al hombre.



Pero también se puede entender asociada a la palabra latina vis, fuerza o potencia, y de su plural vires, fuerzas o potencialidades, de ahí el sentido de la palabra virtual, que designa a todo aquello que está en potencia, y que es posible gracias a la fuerza interior de algo o sus cualidades interiores que no son expresadas en acto.


Resulta bastante sorprendente que se pueda entender intuitivamente mejor el concepto de virtud que el de individuo, que pasaría entonces a ser interpretado como un recipiente o contenedor de determinadas virtudes.


Es lícito preguntarnos: ¿Qué es más real, el contenedor o el contenido, el individuo o las virtudes? 


¿Qué es un individuo sin virtudes? 


¿Existe?


Este es un curso eminentemente práctico, y solo se ocupa de la especulación metafísica si tiene sentido en la consecución del fin último del curso, que es la felicidad del individuo, por eso, no responderá a estas preguntas, si bien su planteamiento es interesante para resaltar la importancia de las virtudes.


Ejemplos de virtudes en el contenedor humano


En cualquier caso, las virtudes son ideas, que una vez concebidas, facultan al individuo para sentir y actuar de una manera determinada.


Las virtudes del ser humano son potencialidades que se expresan en su comportamiento.


Recordamos, de nuevo, que las ideas –en este caso, las virtudes– son el origen de las emociones y el comportamiento.


Las virtudes SON ideas, y su SER les confiere un carácter positivo.


Los defectos son ausencias de virtudes.


La palabra defecto viene del latín deficere, que significa faltar, de ahí, déficit.


Cuando evaluamos algo como defectuoso, queremos decir que lo encontramos carente de una cualidad positiva, que es lo único real.


Los defectos, en realidad, no existen. 


Son ausencias.


Es muy importante entender esto, pues cuando atacamos al mal, o a los defectos, en realidad estamos luchando contra algo que no está ahí. 


Precisamente, lo que no aceptamos es que no esté ahí lo que debiera estar.


No tiene sentido combatir el mal, pues no existe.


El mal es tan solo la ausencia de un bien que hay que proveer.


No existen virtudes negativas, pues no existe nada negativo. 


Lo negativo es un concepto imaginario que tan solo se entiende como ausencia de algo positivo.


Ningún ser humano tiene cualidades negativas, pero sí puede manifestar ausencia de cualidades positivas, o virtudes.


Las palabras de Jesús en la cruz, “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”, están expresando la idea de que el mal es la ausencia de conocimiento. 


No hay nada intrínsecamente malo.


El mal es un concepto imaginario de algo inexistente, simplemente apreciamos la ausencia de virtud.


Por eso, no tiene sentido decir que alguien ES malo.


Lo que ocurre es que estamos percibiendo ausencia de bondad. 


Nuestra expectativa es que haya una bondad que no vemos, porque, o bien no la hay, o no la sabemos ver.


Pero en ningún caso hay maldad, pues es un concepto negativo e imaginario.


Interpretar la situación de esta manera es relevante, pues la estrategia para cambiar la situación dependerá de cómo la interpretemos.


Si pensamos que alguien ES malo, lo atacaremos.


Si pensamos que alguien CARECE de bondad, intentaremos proveer esa cualidad que falta.


La relación interpersonal resultante de estas dos interpretaciones diferentes, obviamente, será muy distinta.


Este criterio es aplicable a cualquier virtud y carencia en la que podamos pensar.


De esta manera, si interpretamos todo ataque u ofensa como una petición de ayuda, nuestro comportamiento será siempre positivo.


El resultado de esta estrategia es el beneficio mutuo de ambas partes. 


El carente, recibe la virtud que le falta. 


El donante, refuerza y aumenta su propia virtud proveyéndola. 


Ambos ganan. 


El ser humano es pura expresión permanente de las virtudes que encarna. 


SIEMPRE se está expresando al límite máximo de sus posibilidades. 


Siempre da lo máximo de sí mismo, aunque a veces tiene muy poco, y entonces la situación se percibe como defectuosa o carente de virtud, pero siempre 

da todo lo que tiene.


Todas las expresiones de amor son máximas. 


Todo ser humano expresa en el presente todo su potencial disponible.


La naturaleza ideal de las virtudes, les confiere un carácter absoluto, total, infinito y perfectamente abstracto.


Sin embargo, al principio hemos definido al individuo como un contenedor de virtudes, manifestando así un carácter de limitación.


El individuo TIENE una CANTIDAD limitada de virtud. 


El individuo es un contenedor de virtudes.


En cierta manera, cada individuo se caracteriza por sus limitaciones, sus autolimitaciones. 


La identidad personal se puede entender como el grado propio de autolimitación que el individuo expresa en un momento determinado.


Esa limitación varía con el tiempo.


Al ser humano, se le ACABA la paciencia, se ARMA de valor, PIERDE la calma…


Las virtudes son ideas de fuerzas o potencialidades positivas que se expresan en la acción.


El ser humano se expresa en el mundo mediante el ejercicio o proyección de sus virtudes -las ideas que constituyen su ser esencial-, y que, como hemos visto, tienen carácter positivo. 


Percibir es proyectar.


El ser humano percibe lo que proyecta.


El ser humano proyecta en función de las virtudes, o potencialidades que posee para hacer el bien en un determinado momento. 


La realidad que el individuo percibe depende de la virtud que proyecta.


Así, un ser humano generoso, confiado y tolerante, interpretará la realidad de forma generosa, confiada y tolerante, y vivirá en la generosidad, la confianza y la tolerancia.


Y así, con todas las virtudes. 


Tal como se ha dicho: “Mi estado de ánimo dicta mi realidad”, porque mi ser, el contenido de mi conciencia, las virtudes que contengo, configuran la realidad que percibo.


El individuo se expresa proyectando sus virtudes


La realidad percibida es la realidad proyectada.


El potencial de un ser humano es ilimitado, pero su concreción depende de su capacidad para actualizar su potencial.


Para actualizar una virtud -una idea- es necesario evocarla.


Para evocar una idea es necesario conocerla y rememorarla.


La actualización de una idea se hace con la voluntad.


La voluntad, o poder, es una de las tres características del ser, ya mencionadas.


La realidad percibida es la realidad proyectada.


El potencial de un ser humano es ilimitado, pero su concreción depende de su capacidad para actualizar su potencial.


Para actualizar una virtud -una idea- es necesario evocarla.


Para evocar una idea es necesario conocerla y rememorarla.


La actualización de una idea se hace con la voluntad.


La voluntad, o poder, es una de las tres características del ser, ya mencionadas.


La triada del Ser



Las virtudes son fuerzas potenciales para hacer el bien que aparecen cuando se evocan por medio de la voluntad.


Para conseguir que la virtud esté disponible en un momento determinado es necesario repetir su evocación muchas veces para que se convierta en un hábito fácilmente accesible.


Para fortalecer la virtud evocada es necesario expresarla en la acción.


Las claves de la práctica virtuosa son:

  • Conocimiento de la virtud
  • Evocación
  • Repetición
  • Expresión

Para poseer una virtud no es necesario conocerla, pero para aumentarla, sí.


El aprendizaje de las virtudes es la auténtica educación. 


En nuestro ámbito cultural la educación se entiende como la acumulación de datos, pero eso no es educación, pues los datos solo sirven para tomar decisiones automáticas, y eso no sirve para cambiar al individuo, para aprender.


Aprender es cambiar, cambiar la mente, cambiar la manera de pensar.


Los datos no cambian la manera de pensar, pues tan solo sirven para ser ejecutados en una determinada manera de pensar, en un sistema de pensamiento específico.


Similares sistemas de pensamientos llegarán a las mismas conclusiones –comportamientos– si se les proveen los mismos datos.


Diferentes sistemas de pensamiento llegarán a diferentes conclusiones –comportamientos– si se les proveen los mismos datos.


Si se desea sentir y actuar de manera diferente, es necesario cambiar de manera de pensar, y eso solo se consigue con la auténtica educación, la educación en la virtud.


Por eso, conocer, evocar y expresar la virtud es importante.


La mejor manera para conocer una virtud es emular a alguien que ya la posea, preferentemente en un alto grado.


Ese alguien puede ser una persona real o imaginaria, un personaje de una novela o una película, pues lo importante aquí, no es la persona, sino lo que vemos en ella, lo cual es una virtud, una idea.


Una vez que la mente decide, mediante la voluntad, la adquisición de esa virtud, es necesario modelarla, es decir, interpretarla siguiendo el modelo elegido. 


Ese proceso es la evocación de la virtud.


Conocida la virtud a nivel conceptual, es necesario evocarla, para sentirla, acopiarse de ella y que se exprese en el comportamiento.


Los individuos no se comportan de manera arbitraria, siempre es la virtud que el individuo contiene la que provoca un determinado comportamiento.


Así, por ejemplo, un individuo que no tiene prudencia no puede comportarse de forma prudente, ni un individuo que sí la tiene puede comportarse imprudentemente. 


Es imposible.


La virtud es un don que llega al individuo tras una petición, una oración.


Orar y recibir el fruto de la oración -el don- es un proceso que no lleva tiempo.


Ambas cosas ocurren en el mismo presente, el único tiempo real.


El estado de conciencia en el que dicho proceso ocurre se llama confianza, o fe.


La fe, o la confianza, es el ámbito en el que ocurre la adquisición de la virtud.


Y esta adquisición es el resultado del cambio de percepción que ocurre al cambiar el sistema de pensamiento, la manera de pensar.


Ahora, tras el cambio del sistema de pensamiento por la adquisición de la virtud, ante el mismo dato, se siente diferente, y se actúa diferente. 


El individuo ha cambiado.


Solo a este cambio se le puede denominar aprendizaje significativo.


Tras el conocimiento y evocación de la virtud, es necesario repetir el proceso muchas veces, para que la idea se asiente bien en el sistema de pensamiento y sea así fácilmente asequible a la conciencia.


Hasta ahora el proceso de acopiarse de virtud es meramente pasivo, y eso es solo la mitad del proceso educativo. 


Esta parte es lo que se llama el aprendizaje.


Para consolidar la virtud es imprescindible la otra mitad; su expresión.


Expresar una virtud es la segunda parte del proceso educativo, y es lo que se llama la enseñanza.


Enseñar y aprender son dos aspectos de un mismo proceso.


El ejercicio de la virtud es la enseñanza de la virtud, y es lo que refuerza definitivamente su adquisición.


Las ideas crecen cuando se comparten, cuando se dan.


Con las ideas, dar significa obtener.


También en este caso es necesario repetir la expresión de la virtud muchas veces


Así se consolida la idea -la virtud- en el sistema de pensamiento.


Quien enseña es un maestro, y cuanto más enseña, más aprende, más cambia.


Un maestro siempre enseña lo que quiere aprender, porque lo estima como bueno y deseable, y compartiéndolo consigue más para sí mismo. 


No tiene sentido cambiar el mundo, porque el mundo es efecto, no es causa, pero sí es importante cambiar de manera de pensar mediante la educación, que es el acopio de virtud.


Las virtudes, al ser ideas, son causas del efecto que es el mundo.


Por eso son importantes.


Quien cambia su manera de pensar, cambia el mundo.


-o0o-


El milagro de las copas vacías


Érase una vez dos copas casi vacías

Poco contenían

Se miraban con resentimiento y odio

Cada una solo conocía  lo poco que la otra tenía

No se veían a sí mismas

Se contemplaban mutuamente carentes

Los reproches se sucedían sin cesar

Las burlas, a veces los ataques

“Nada contienes”

“Una mala copa eres”

Se decían la una a la otra

Y tristes desoladas

Sus días trascurrían

Se mataban entre sí

Y morían

Pues eso no era vivir

Eso era muerte

Languidecían en amarga agonía

Pero un día ocurrió

Un rayo de luz

Brillante, puro y santo

Como el cielo mismo

Se reflejó en una de ellas

No se recuerda cuál

Una idea singular cruzó su mente

Un entendimiento

Una dulce emoción

Un gesto sagrado

Compasión

Nada diciendo

Un poco de su precioso líquido vertió en la otra

Sorprendida

Comenzó a llenarse

Sintió amor en el corazón

Y paz en la mente

¡Oh!

La copa donante

No se vaciaba

¡También se llenaba!

¡Milagro!

Sus mentes se iluminaron y comprendieron

Lo que contenían no era para ellas

Era para darlo

Para donar

Perdonar

Esa era su función y su alegría

Rebosaron líquido

Rebosante amor

Fluía y llegaba a otras copas

Antes tristes y vacías

También se llenaron

Y derramaron sobre otras

Poco a poco

Todas llenas

Pletóricas

El mundo se inundó de aquella luz

Este amor

Desde entonces

A ese feliz lugar llaman

Cielo


Cuanto más amor das,

Más tienes.


-o0o-


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