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La copa del sufrimiento

La Copa del Sufrimiento


El sufrimiento y el miedo son consecuencias del sentido de importancia personal.

El perdón es el remedio.

 


GNOSEOLOGÍA


La realidad entra en nuestra conciencia a través de los sentidos, sin ellos no tenemos conciencia del mundo ni de nuestro cuerpo. A eso llamamos “percibir”. 


La percepción es un fenómeno corporal que involucra al cuerpo y a los sentidos.


La interpretación del proceso de percibir se llama “experimentar”.


La información que proviene de los sentidos es filtrada e interpretada por nuestro ego. 


El ego, o personalidad, es la noción de conciencia individual, la opinión que tenemos sobre nosotros mismos y el instrumento con el que interpretamos la realidad.


El ego cambia con el tiempo en un proceso que comienza con un periodo de formación y se desarrolla a lo largo de lo que se llama “vida personal”.


Sin entrar en considerar si la primera conciencia del niño ya aparece condicionada por una serie de características, capacidades, tendencias y predisposiciones, basta decir que el ego se va formando a lo largo del tiempo por:

  • Creencias. Descripción de la realidad proveniente de otros egos y aceptada por el propio ego mediante un proceso que se llama “educación”.
  • Opiniones. Ideas propias provenientes de juicios sobre la experiencia personal y las creencias.

Tanto las creencias como las opiniones son ideas asumidas como verdaderas y constituyen los fundamentos del ego o conciencia personal. 


La función básica del ego es dar significado a la realidad y juzgarla. Lo hace mediante sus opiniones.


El ego actúa como una válvula del proceso perceptivo, pues clasifica la información proveniente de los sentidos en dos categorías simples: cosas importantes y cosas no importantes.


Una vez juzgado algo como no importante, el ego lo olvida, o simplemente no lo considera relevante para una evaluación posterior y no interviene en la interpretación futura de lo percibido.


En realidad, esta categorización es gradual, en el sentido de que concede a lo percibido diferentes órdenes de importancia y organiza esta información en una especie de almacén llamado “memoria”, donde esta información es accesible a la conciencia más o menos a voluntad.


La conciencia solo se manifiesta o existe en el presente. 


La información de pasado se llama “recuerdos”, y como todo, se experimenta en el presente.


Los recuerdos se organizan en la memoria según su orden de importancia. 


Si consideramos la memoria en términos espaciales, podemos decir que los recuerdos menos importantes se alojan en zonas más profundas. 


La zona más profunda de la conciencia que no es accesible a voluntad se llama “subconsciente”.


La memoria, o almacén de recuerdos, no tiene fronteras definidas, es un continuo que ofrece una mayor o menor dificultad de acceso a la conciencia.


El subconsciente aloja, además de las cosas juzgadas como no importantes por el ego, otras, que por su carácter temible, el ego ha decidido olvidar. 


Así pues, en el subconsciente conviven, tanto cosas no importantes como algunas experiencias desagradables del pasado que han sido reprimidas.


El ego es un factor absolutamente condicionante de la interpretación de la información proveniente de los sentidos, pues es la totalidad del entrenamiento de la conciencia para juzgar la realidad de una determinada manera.


El individuo solo es consciente de una parte de su personalidad, ya que la parte subconsciente no es accesible a la conciencia ordinaria, aunque sí se manifiesta en los sueños y también en la interpretación de lo percibido en la vigilia.


Hay que entender que el ego no solo desconoce la mayor parte los contenidos de la conciencia, sino también, y lo que es más importante, la naturaleza de la misma.



NATURALEZA DEL EGO


Como ya se ha explicado, el ego clasifica lo percibido en cosas que considera importantes y cosas que no. Mediante este proceso de selección, el ego sitúa lo que considera importante en zonas inmediatas de la memoria, fácilmente accesibles a la conciencia. Sin embargo, también coloca en el subconsciente otras cosas que considera importantes, pero que por temibles las rechaza.


Tras esta primera selección, el ego realiza una segunda selección, por la cual ahora clasifica las cosas importantes en buenas y malas, agradables y desagradables, deseables e indeseables, placenteras o temibles.


Hay que entender, que los criterios de ambos procesos de selección son totalmente arbitrarios y autoconformados, pues son simplemente la aplicación a lo percibido de las creencias y las opiniones. 


Las primeras son ideas del exterior admitidas como ciertas, las segundas son consideraciones basadas en creencias previas y en interpretaciones de experiencias. Estas interpretaciones, a su vez, han sido igualmente condicionadas por otras creencias y opiniones. El proceso es continuo, progresivo y automático, es decir, funciona por sí mismo.


Por todo ello, el ego puede considerarse una especie de programación que se usa para interpretar la realidad. Su proceso de formación es oscuro y complejo, su contenido es arbitrario, y su control sobre el comportamiento del individuo es total, pues es la noción misma de individualidad.


Las personas creen que son sus egos, pues el ego es el conjunto de creencias y opiniones que el individuo tiene sobre sí mismo.




LOS CONTENIDOS DE LA CONCIENCIA


Todas las cosas que el ego considera importantes le hacen sufrir o son susceptibles de hacerle sufrir.


Las cosas importantes clasificadas como malas le hacen sufrir por razones obvias, ya que han sido consideradas como tales y motivo de sufrimiento.


Las cosas importantes que considera buenas le hacen sufrir también, porque el ego teme perderlas, y son objeto de preocupación.


Al hipotético lugar donde el ego coloca las cosas importantes llamamos “La Copa del Sufrimiento”.


Importante, del latín importans (llevado hacia adentro). Lo que el ego lleva a la copa del sufrimiento y retiene allí.


Este lugar tiene dos zonas; una consciente y otra subconsciente. 


La copa del sufrimiento es la memoria de las cosas importantes.


Las cosas importantes de la zona consciente provocan un sufrimiento del que se conocen las causas, y pueden ser gestionadas con cierta facilidad.


Las cosas temibles reprimidas en el subconsciente provocan un desasosiego y una angustia imposibles de interpretar -porque el ego no conoce su origen- pero ciertamente están ahí, donde él las puso. Son más difíciles de gestionar.


Dado que gestionar significa operar sobre algo, es necesario conocer aquello sobre lo que se pretende operar.


Para gestionar lo subconsciente es necesario hacerlo consciente de nuevo. Hay diversas técnicas para ello.


El subconsciente se manifiesta tanto en los sueños como en la vigilia. 


Durante los sueños el ego no puede reprimir los contenidos temibles de la conciencia, que se suelen manifestar de forma más o menos simbólica, es decir en formas análogas que los representan.


Durante la vigilia, el ego interpreta lo percibido de acuerdo con la totalidad de los contenidos de la conciencia, también los subconscientes, aunque no suele reparar en ello.


La interpretación que el ego hace de la realidad está condicionada tanto por los contenidos conscientes de la memoria como por los subconscientes.



LO PERCIBIDO Y LO NO PERCIBIDO


El ego solo se interesa y trata con cosas importantes. 


El ego es un modo de percibir. Es el resultado de entrenar la conciencia para percibir de un modo determinado. Por ello, hay cierto tipo de cosas que no llegan a la conciencia, no repara en ellas, porque no ha sido entrenada para percibirlas al ser consideradas irrelevantes y no significativas. 


La conciencia, mediatizada por el ego, solo experimenta un reducido espectro de la realidad, aquello para lo que ha sido entrenada para percibir.



EJEMPLO


NARRACIÓN: Salgo de casa, miro el reloj con preocupación y veo que llego tarde al trabajo. Camino rápido por la calle. Vibra el móvil en mi bolsillo. Leo rápidamente un mensaje que acaba de llegar mientras espero el autobús. Veo que llega el autobús y me subo. 

EXPERIMENTADO: Sé la hora que es. He leído el mensaje. He cogido el autobús.

NO EXPERIMENTADO: Es un día maravilloso. Hace frío, pero luce el sol. Huele a la madreselva del seto de una valla. Dos pájaros cantan. Me he cruzado con dos personas desgraciadas, una enferma, otra risueña, dos preocupadas, dos niños felices, un anciano cansado. He pisado una mierda de perro… y no he reparado en una infinidad de detalles que estaban ahí, al alcance de mis sentidos.

EXPLICACIÓN: Llegar tarde al trabajo me causa una gran ansiedad. Temo ser juzgado y castigado. Mi jefe es un hombre pelirrojo bastante amable, y me llevo bien con él, pero no me cae bien, y le temo. No sé por qué… Cuando yo era un niño de 4 años vi cómo mi padre pegaba a mi madre, a quien yo amaba. La escena me causó una gran angustia, tanta, que decidí olvidarla; ahora está en mi subconsciente. Mi padre era pelirrojo.


Nuestras decisiones conscientes, nuestra vida en general, a menudo está condicionada por impulsos subconscientes.


Mi comportamiento es la consecuencia de mi estado emocional, que a su vez ha derivado de mis ideas, de mis juicios previos. Unos son conocidos, y otros no.


A lo que experimento llamo mi vida. A veces, incluso, me atrevo a llamarlo “la vida”, y creo saber lo que es “la vida”, cuando en realidad he experimentado un limitadísimo rango de posibles percepciones al alcance de mis sentidos.


Además, experimentar es interpretar la percepción, pero interpretar es juzgar o evaluar significados.


El ego es lo que da significado a la realidad, que intrínsecamente no tiene ningún significado.


Así que, mi vida o la vida, es la interpretación del ego a los significados de lo percibido de la realidad que él mismo ha asignado previamente.


Obviamente, no hay nada más subjetivo y arbitrario que la vida.


Es importante entender que el ego filtra la realidad con criterios establecidos en el pasado. 


El ego fue entrenado en el pasado para percibir de una determinada manera. 


La conciencia percibe con criterios antiguos, y por eso…


LA CONCIENCIA NO EXPERIMENTA EL PRESENTE.


La conciencia no experimenta las infinitas posibilidades del presente porque percibe la realidad con el pasado.


Cuando miro con el ego solo veo el pasado.



LOS JUICIOS DEL EGO


El ego, ese filtro, esa válvula entre la realidad y la conciencia que selecciona lo importante, condiciona la percepción porque es un modo específico de ver, es el “yo”, mi modo de ver las cosas.


En realidad, ese modo de ver es un cuestionamiento o juicio permanente de la realidad, para interpretarla.


El enjuiciamiento constante y continuo del ego de todo lo percibido requiere dos recursos limitados: energía mental y tiempo.


Juzgar enlentece la percepción y cansa la mente.


Juzgar la realidad –verla a través de los ojos del ego- limita enormemente lo que puede ser percibido y agota a la mente.


Los juicios son siempre específicos e implican la consideración de lo percibido en unidades separadas, en cosas discretas, individuales.


En algunas ocasiones, esa consideración se realiza de forma general sobre un conjunto de cosas, entonces los juicios son difusos y se llaman “sensaciones”.


Al no ser las sensaciones el resultado de juicios distintivos, no generan opiniones. Permanecen como sensaciones, y son una manera alternativa de percibir, pero también mediatizada por el ego. Así, egos diferentes, tendrán sensaciones diferentes en una determinada circunstancia.



LA COPA DEL SUFRIMIENTO


Todos los contenidos de la copa del sufrimiento –todo aquello que ha sido calificado como importante- provocan sufrimiento, o pueden provocarlo, y eventualmente, lo harán.


La única manera de no sufrir es vaciar la copa del sufrimiento, dejar ir todas las cosas importantes que contiene, tanto las conscientes como las que están en el subconsciente.


Al dejar ir las cosas que se consideran importantes llamamos “perdonar”, del latín, per-donare, para dar. 


El perdón considera que esas cosas no son para el ego, son para darlas, para dejarlas pasar.


El ego es como una válvula que retiene aspectos de lo percibido y los conserva para su consideración permanente. 


En eso consiste la importancia, la consideración sostenida de aspectos específicos de la realidad percibida.


El perdón es la orden al ego de dejar de considerar algo, dejar de tenerlo en cuenta.


Para dejar de sufrir, sanar emocionalmente y evitar el comportamiento compulsivo, no es necesario analizar el ego para conocer su programación y las oscuras razones que lo conformaron. Basta perdonar sus juicios, su interpretación de la realidad.


No es necesario analizar los temores y resentimientos del pasado -aunque se puede hacer en un proceso que se llama “recapitulación”- pues estos vienen a la conciencia en todo momento, de hecho, es lo que llamamos “mi vida”.


Tengo que perdonar mi vida si quiero dejar de sufrir.


Tanto durante la vigilia como en los sueños, lo que llega a la conciencia es lo que el ego ha decidido que es importante. 


Todo ello es objeto de perdón.


Esto requiere llevar una vida de constante atención a la propia mente, y decidir de manera consistente perdonar, es decir, dejar pasar todas las interpretaciones del ego, dejar de juzgar lo percibido, dejar de tener opiniones sobre todo.


Si no se hace esto, el individuo no vive la vida, es más bien vivido por su pasado, y eso no es vida.


No se experimenta el presente, que se pierde irremediablemente.


Perdonar no tiene nada que ver con la “bondad”, es simplemente la expresión de la decisión de dejar de sufrir.



TENER RAZÓN O SER FELIZ


La vida es una elección constante entre dos cosas: 

  • Tener razón.
  • Ser feliz.

Esa es la única libertad de la persona; decidir entre estas dos opciones.


No puedes tener ambas.


Siempre eliges una de ellas.


En realidad, siempre tienes razón, porque tener razón es referir algo a una norma, a un estándar, a una regla. 


Y eso es exactamente lo que tú eres; el estándar de todo lo que percibes, porque percibes todo con referencia a ti mismo; por definición.


Porque tú eres la fuente de todo significado.


Por eso siempre tienes razón, y por eso tener razón siempre es irrelevante.


De hecho, lo que realmente decides es si algo es importante o no. 


Si algo te va a hacer feliz o te va a hacer sufrir.


La mayoría de las personas creen la mayor parte del tiempo que tienen razón con respecto a otras personas.


Lo cual es absurdo, pues ellos son la fuente de toda razón.


En realidad, cuando alguien insiste en tener razón, lo que realmente quiere es imponer su propia forma de pensar, sus significados sobre la realidad, a otros.


De nuevo, la realidad no tiene significado intrínseco.


Querer tener razón denota ansia de poder y control sobre otras mentes.


La gente, sobre todo en la actualidad, época de infinita arrogancia, está repleta de opiniones sobre todo. 


Todo el mundo quiere tener razón.


Por eso la felicidad es un bien escaso en nuestra sociedad.


Una opinión es un juicio sobre lo que se percibe, sobre lo que se experimenta, una sentencia, una condena, una condenación; de hecho, lo llamamos una "convicción", de "convicto".


La vida no cumple con nuestros estándares, con nuestras expectativas. 


Por lo tanto, todos y todo es culpable, incluso nosotros mismos, porque nos juzgamos a nosotros mismos contra nuestras propias expectativas. 


No aceptamos lo que somos.



UNA VIDA PERDONADA


A medida que perdona la percepción, el individuo sana emocionalmente, y deja de sufrir.


No se juzga lo que se percibe, simplemente se experimenta y se perdona, se deja pasar.


Al hacer eso se consiguen varias cosas:

  • La mente no se cansa, porque no pierde energía juzgando.
  • Se percibe más, porque no se pierde tiempo juzgando.
  • No se sufre, porque no se condena.
  • Se disfruta de la vida, porque la vida se convierte en una celebración permanente de lo que es.
  • Mejoran las relaciones personales, porque ya no hay culpables. Tampoco tú.
  • Se pierde el miedo y la timidez, porque son el resultado de la importancia personal.
  • Sanamos emocionalmente, porque ya no hay resentimientos.
  • La salud mejora, porque la enfermedad es psicosomática.
  • Hay paz, porque ya no hay condena.
  • La vida va sola, sin esfuerzo, porque no se interfiere con ella.
  • El pasado no es causa de resentimiento, y el futuro no se teme, porque se vive el presente.


PERDONANDO LA IMPORTANCIA PERSONAL


El mayor logro en la consecución de una mente sana y feliz es el perdón de la propia importancia personal. 


Dejar de considerarse uno mismo importante.


Considerarse a uno mismo importante es la fuente de múltiples miedos y causa de una gran infelicidad.


Además, no es cierto, es solo una opinión personal, y una muy inconveniente, pues no aporta ningún beneficio y sí grandes problemas y conflictos.


La razón de esto se ha explicado al principio, cuando se dice: “Las cosas que considera buenas hacen sufrir, porque el ego teme perderlas, y son también objeto de preocupación.”


Considerarse importante implica sentirse vulnerable, susceptible a los ataques y las pérdidas.


Cuando uno se siente vulnerable tiene miedo, intenta defenderse, y con frecuencia, ataca.


Esta actitud es el origen de muchos conflictos en las relaciones interpersonales, y de todos los miedos, las angustias y las depresiones.


Solo quien se cree importante puede sufrir, y de hecho, sufrirá.


El egoísmo es la experiencia de la vida bajo los parámetros del ego.


Las depresiones son ataques de egoísmo.


La falta de valía personal y el sentimiento de indignidad es asimismo una estimación egoísta.


La timidez es una forma de egoísmo.


La soberbia, el orgullo y la arrogancia no son más que egoísmo.


La sensación de carencia y los deseos están provocados por el egoísmo.


Todo ello es la consecuencia de percibir de una forma selectiva, clasificar las cosas por orden de importancia y juzgarlas, también a uno mismo. Es lo contrario de la aceptación y la celebración.


Así, no se disfruta de la vida, se la padece.


Para vivir feliz no hace falta entender la vida. 


La naturaleza de la realidad es intrínsecamente incomprensible.


La vida es, y va sola.


Si quieres vivir días felices…


No analices.


-o0o-


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