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El presente y las expectativas

El presente y las expectativas



La palabra presente viene del latín praesens prae (delante) y  esse (estar). 


El presente es entonces lo que la vida pone delante de nosotros.


Estamos presentes cuando nos ponemos delante de algo, y hacemos un presente cuando ponemos algo delante de alguien.


El presente es lo que tenemos delante para nuestra consideración, es la única realidad. 


Todo lo que no está delante de nosotros es especulativo y sujeto a interpretación. 


Son imaginaciones.


Sin embargo, el ser humano dedica poquísimo tiempo a la consideración de lo real, pues casi todo el tiempo ocupa su mente considerando un pasado inexistente, un futuro improbable, o un presente imaginario.


En un escenario tan fantástico el ser humano tiene muy pocas posibilidades de ser feliz. 


Y, sin embargo, todo lo mundo aspira a ello.


La característica fundamental de la consideración del presente genuino es que está ausente de juicios.


Todo juicio es una comparación de lo que hay con lo que debería haber, con las expectativas.


Las expectativas se elaboran en el pasado, por lo que, en el presente, son imaginarias.


El presente es lo que es, o lo que es lo mismo, es perfecto.


La palabra perfecto viene del latín perfectum, per (completo) y  factum (hecho).


Por eso, perfecto, significa completamente hecho y acabado, sin falla.


Si el presente -que es perfecto- no coincide con nuestras expectativas -que son imaginarias-, lo inconveniente son nuestras expectativas.


El sufrimiento es una tensión entre el presente y las expectativas.


La manera de resolver esa tensión se llama aceptación.


La palabra aceptación viene del latín acceptatio, la acción y efecto de aprobar y recibir.


Cuando aceptamos algo lo valoramos como bueno o válido, le damos la bienvenida y lo celebramos. 


Lo integramos en nuestra vida sin ningún conflicto.




Cuando rechazamos algo es porque no encaja con nuestras expectativas de cómo tiene que ser la vida.


Esto crea una tensión, una incomodidad que nos mueve a la acción para aliviar ese malestar.


Si la nueva percepción resultante de nuestra acción sigue sin conformarse a nuestras expectativas, se rechaza de nuevo, y se vuelve a actuar para mitigar el malestar de cara a conseguir una percepción aceptable. 


Si no se actúa, el malestar se encona y aparece un resentimiento permanente.


El objetivo de toda acción es cambiar la percepción.


La relación del sujeto con lo percibido cambia cuando:


  • El sujeto cambia el objeto
  • El objeto cambia por sí mismo
  • El sujeto se aparta y desentiende del objeto
  • El sujeto cambia de expectativas


En cualquier caso, el objetivo es siempre conseguir una percepción aceptable, si no, el sufrimiento persiste.


La percepción de una realidad imperfecta y carente es lo que motiva toda acción.


Las expectativas son juicios, definiciones de cómo tiene que ser la realidad.


La palabra definir viene del latín definire, que se compone del prefijo de (resultar) y el verbo finire (terminar). 


Definir significa poner límites o fronteras a algo.


Las expectativas son los límites que se imponen a la realidad para separar algo de todo lo que es.


La realidad no contiene ninguna definición intrínseca, todas nuestras expectativas son imaginarias y personales.


No existe ninguna realidad carente o defectuosa per se, eso es siempre una apreciación personal.


En el capítulo “Principios y fines” se explica el fenómeno de la proyección y la asunción Buscamos lo que somos.


Las expectativas son la proyección de la sensación de carencia de lo que constituye nuestra identidad.


Las expectativas son las carencias percibidas, aquello de lo que el yo se considera carente.


Las carencias percibidas son las motivadoras de toda acción.


El ser humano actúa porque busca su identidad. 


Busca lo que cree ser.


Si cree que es un cuerpo, busca satisfacer sus necesidades corporales.


Si cree que es un sistema emocional, busca satisfacer sus necesidades emocionales.


Si cree que es una mente, busca conocer.


Toda actividad humana, todo, ocurre en el presente.


Toda actividad humana que ocurre en clave de pasado o de futuro -que son tiempos imaginados- es imaginaria.


Las actividades imaginarias responden a miedos, resentimientos, deseos y expectativas, y provocan ansiedad y sufrimiento.


La felicidad solo ocurre en el presente cuando se considera la realidad presente. 


Solo el presente es real.


El ser humano es libre para elegir cualquier futuro.


Toda elección de futuro está basada en un propósito y responde a la pregunta Para qué.


El presente es absoluto, total e ilimitado, no está definido por sí mismo.


En el presente no hay sufrimiento ni problema alguno nunca.


En el presente solo hay posibilidades para ejercer la libertad.


Toda acción en el presente -libre de los miedos y resentimientos del pasado, y de los deseos y expectativas del futuro- es una acción feliz.


El ejercicio de la libertad no necesita otra justificación que la de su propósito, que siempre responde a la pregunta Para qué.


El ejercicio de la libertad sin miedos, resentimientos, deseos o expectativas, se llama voluntad.


La palabra voluntad viene de la raíz protoindoeuropea wel/wol, que significa, agradable, satisfactorio.


El ser humano busca lo que es agradable y satisfactorio para él, y eso es precisamente lo que él es en realidad, y es expresado en la tríada:


  • Poder libre y absoluto para crear lo que es
  • Amor a lo que es 
  • Verdad de lo que es


Toda acción feliz de presente deberá responder a estas premisas para que sea satisfactoria.


Toda acción y emoción proviene de una idea en la mente.


El ser humano es libre para concebir cualquier idea y cambiar cualquier idea concebida por medio de su voluntad.


La opción de ejercer la libertad mediante la voluntad de forma consciente se llama responsabilidad.


Toda acción responsable debe responder a la pregunta Para qué.


En realidad, toda vida humana es la búsqueda de la verdadera identidad del ser, que no es humana.


Nada se interpone en el camino de tu liberación, 

que puede suceder aquí y ahora, 

si no fuera por tu interés en otras cosas. 

Y no puedes luchar con tus intereses. 

Debes ir con ellos, ver a través de ellos 

y comprobar cómo se revelan como meros errores de juicio y apreciación.


Sri Nisargadatta Maharaj


-o0o-


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